La exposición es una invitación a reflexionar sobre cómo las políticas de cuidado pueden proporcionar mayores grados de bienestar e igualdad en la última etapa de la vida. Se considera importante relacionar las representaciones y la definición social de la vejez que las sociedades construyen con los diferentes enfoques de las políticas públicas.

Busca cuestionar el paradigma de la dependencia asociada a una visión sesgada que transforma a las personas viejas en sujetos pasivos, objeto de cuidados asistenciales. En ese sentido, se propone examinar de cara al futuro algunas estrategias para la promoción de la autonomía relacional.

Las caídas frecuentes en la vejez, aquellas que invalidan, que se repiten, que dejan secuelas físicas, sociales y emocionales, suelen constituir el punto de quiebre en la continuidad de la identidad del sujeto en su envejecer. Debemos interrogar la caída para conocer el significado que pudiera tener en el momento particular de la vida de esa persona. Porque un cuerpo que se rompe, que se quiebra, que se fractura, que se deja quebrar, suele representar a un ser humano quebrado, fracturado, caído. Son comunes los casos de caídas a partir de la jubilación, la viudez, y en general toda situación de cambio o de malestar en el envejecer, que, sin llegar a ser una depresión, provoca tensiones en personas que no cuentan con una identidad flexible para resolverlas adecuadamente y adaptarse al cambio creativamente, reinventándose.

La realidad que enfrentan el mundo y nuestro país nos invita a repensar la forma desigual en la cual se han entendido, organizado y distribuido los cuidados. Desde la mirada de las Epistemologías del Sur, los cuidados se entienden al mismo tiempo como una actividad económica, una forma de organización, un bien público y como un espacio de interacción social. Por lo tanto, es necesario transitar hacia la construcción de sistemas comunitarios de cuidados construidos sobre la base de la organización social, la acción comunitaria y el cambio cultural, en los cuales todos los actores involucrados participen solidaria y corresponsablemente, reconociendo las realidades pluriversas y las potencialidades de cada comunidad.

En las últimas décadas se debate de manera recurrente sobre la sostenibilidad y el diseño de los regímenes del bienestar. En el corazón de este intenso debate se sitúan el envejecimiento de la población, la incorporación de la mujer al mercado laboral y los nuevos modelos familiares como los principales factores desencadenantes de la creciente demanda estructural de servicios de atención y cuidados a personas. Y es que el reto que en la actualidad plantea el cuidado y atención a los mayores es diferente a cómo fue en el pasado. Por un lado, el proceso de envejecimiento está dando lugar a un mayor número de personas necesitadas de cuidado durante un período más largo de sus vidas. Por otro lado, la incorporación de las mujeres al mercado laboral plantea un reto para la eficacia y sostenibilidad del cuidado de los mayores ya que cada vez menos las mujeres, que son las que tradicionalmente se han hecho cargo de estas tareas, están menos disponibles (o no quieren) para tomar la responsabilidad completa de su cuidado. La intersección de estas dos dinámicas, aumento de la demanda de cuidado y disminución en los potenciales cuidadores, es lo que se ha identificado como ‘crisis del cuidado’.

Nuestro encuentro será una reflexión sobre el envejecimiento de la población, uno de los grandes retos globales, y su relación con la crisis del cuidado en perspectiva internacional. América Latina presenta en la actualidad una estructura de población más joven que la de otras sociedades del mundo. Sin embargo, según las proyecciones de población de la Organización de Naciones Unidas, hacia el año 2050, América Latina tendrá una población tan envejecida como la europea.

El 29 de octubre trataremos cuestiones como las tendencias demográficas de Latinoamérica, los principales retos asociados a estas tendencias y si América Latina enfrentará o no una crisis del cuidado.

Covid-19 ha expuesto las grietas en nuestro débil sistema de atención a largo plazo a nivel global, y no hay soluciones fáciles. Pero fingimos creer que estamos de acuerdo con políticas integrales que toman en serio el cuidado de los mexicanos envejecidos y lo financian en consecuencia a través del estado.

A corto plazo, los hogares de ancianos tendrán que ser salvados, porque a pesar de sus vulnerabilidades, son una parte necesaria de cualquier solución. Más allá de la pandemia, tendremos que transformar la forma en que se financian y proporcionan atención a largo plazo.

En primer lugar, creemos que el estado necesita invertir considerablemente más en atención en salud pero también en el entorno social en este tema en particular. En segundo lugar, debido a que el cuidado en el hogar no es factible para muchos que lo necesitan, necesitamos opciones, incluyendo las residenciales que sean seguras y asequibles. Mejores opciones pueden ayudar a garantizar que la tragedia que se está desarrollando actualmente en los hogares de ancianos no vuelva a ocurrir. Modelos de atención en grupo a pequeña escala y de alta calidad, como el Green House Project, proporcionan atención en pequeñas e independientes casas de estilo familiar con un pequeño número de residentes.

Estos modelos podrían ofrecer una alternativa comunitaria a los hogares de ancianos. Por último, creemos que México debe reconsiderar nuestro enfoque fragmentario para gestionar la atención a largo plazo. Los programas existentes, como es el caso de los servicios ofrecidos por DIF e INAPAM y los equivalentes de la Junta de Asistencia Privada en los estados tendrían que cambiar fundamentalmente la forma en que financian y brindan la atención a largo plazo para satisfacer las necesidades de nuestra población envejecida. Estamos en un momento de crisis para los hogares de ancianos. Ahora es el momento de recapitular los defectos fundamentales en la organización de la atención a largo plazo en este país. No hay arreglos fáciles, pero debemos hacerlo mejor.

A lo largo de la historia de la literatura, la enfermedad se ha visto como metáfora del castigo divino. Quien enferma paga un pecado y una condena, ha transgredido una ley moral y por ello sale del reino de los sanos para cumplir una pena. La enfermedad no debe ser vista, es escondida, silenciada, su mera existencia es el recordatorio del quebranto personal y familiar que ha alterado el orden. Sin embargo, en los últimos años, dicho pacto de silencio se ha roto, la vulnerabilidad y la presencia del enfermo no es ya un acto punitivo, sino muestra de resiliencia, fortaleza y humanidad. Hay nuevos espacios que lejos de conferir un tabú, crean mayor visibilidad, tolerancia y apertura. Asimismo, el cuidado deja de ser una actividad de sacrificio relacionada a las mujeres, para volverse un acto de amor, resistencia y fuerza, en el que ambos sexos participan en su quehacer cotidiano. La normalización del enfermo o bien, la discapacidad, va abriendo paso al término de la discriminación de dichos cuerpos.

A partir de ciertos postulados y sentencias sobre el tema de la senectud desde la literatura y la filosofía, se presentarán a tres escritoras y un escritor: los epigramas y mini cuentos de una autora nonagenaria: Mariana Frenk-Westheim; y un narrador mundialmente conocido con sus novelas y nouvelles sobre personajes ancianos, Gabriel García Márquez, como "El amor en los tiempos del cólera", "El coronel no tiene quién le escriba" y "Memoria de mis putas tristes"; así como dos narradoras mexicanas, Ana García Bergua y Rosa Beltrán, quienes abordan el tema desde el humor y la ironía en cuentos del siglo XXI.

La historia de la evolución de los cuidados a largo plazo en España es relativamente reciente, derivada de una implantación tardía de nuestro sistema público de servicios sociales ( años 80). La aprobación de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las situaciones de Dependencia (2006) supuso un hito muy importante, al reconocer los cuidados y la atención a las situaciones de dependencia como un derecho subjetivo pleno. Sin embargo, la crisis económica de 2009 dejó diezmada su financiación y su consecuente desarrollo. Asimismo el necesario cambio de un modelo tradicional, de corte institucional hacia el enfoque centrado en las personas y sus aplicaciones en aspectos como el diseño ambiental, los cambios organizacionales o la reformulación de las intervenciones se está dilatando en el tiempo y su desarrollo es escaso. La crisis del COVID 19 ha evidenciado estas y otras carencias del sistema. ¿Supondrá esta tragedia una oportunidad para el necesario cambio cultural basado en el respeto de la dignidad y la autonomía de las personas que necesitan apoyos y cuidados?

La presentación se sitúa en el ámbito de las políticas públicas que trabajan por incluir los cuidados de larga duración entre sus ámbitos preferentes de actuación, alejándose del modelo familista propio de los países mediterráneos y latinoamericanos, con fuerte impregnación y discriminación de género. Afortunadamente, cada vez son más las voces que reclaman la necesidad de realizar en el ámbito de los cuidados de larga duración un profundo cambio de modelo, de paradigma, un cambio cultural que transforme los sistemas de protección social (salud, servicios sociales de cuidados, participación comunitaria, tecnología, vivienda, apoyo a las familias…), de manera que se abandone el sistema paternalista institucional clásico en el que las personas son objetos y no sujetos de las políticas sociales.

El modelo que se propone debe ser integral y estar centrado en las personas; así se propone por los Organismos Internacionales (OMS, OCDE) y así se ha integrado en la Agenda 2020-2030. Nuestra Fundación lleva trabajando en la conceptualización, investigación, publicaciones e implementación de este modelo desde hace más de una década. El mismo se estructura en dos dimensiones: la atención integral e integrada y la atención centrada en la persona. El fundamento del modelo se basa, por una parte, en la exigencia de salvaguardar la dignidad y los derechos de las personas que necesitan apoyos, que deben ser protagonistas y participar activamente en sus planes de cuidados y, por otro lado, por la necesidad de que los y las profesionales trabajen desde praxis impregnadas por hondos valores éticos.

En la presentación, la oradora describirá someramente ambas dimensiones y se referirá a algunas de las claves más destacadas para su implementación.

Desde que somos concebidos como un nuevo ser humano, nuestras madres cuidan su persona para cuidarnos a nosotros. Esa es la mayor prueba de nuestra interdependencia humana, la cual conforme nacemos y crecemos vamos olvidando mediante ambientes que generan una falsa noción de independencia y autonomía. Cuando envejecemos y enfermamos, nuestra noción de interdependencia vuelve a emerger y caemos en cuenta que no hemos valorado todos los procesos de cuidado que tuvimos o fueron ausentes en nuestro curso de vida. Para entender esto, grandes pensadoras feministas han debatido sobre la pertinencia de tener un análisis del curso de vida sobre los procesos de cuidado en la trayectoria de salud-enfermedad, pero también en otras trayectorias del curso de vida como son la educativa, la laboral, la formación familiar, migratoria entre otras. En cada una de esas trayectorias que cursamos en nuestra vida, tenemos muchos agentes personales e institucionales que procurar o no, los cuidados. También las sociedades se organizan confiriendo a las mujeres el papel de cuidadoras con falsos argumentos de naturalidad o normalización, cuando hombres y mujeres tenemos el mismo proceso de nacimiento y fuimos testigos de nuestra interdependencia, pero también de necesidades de cuidado y del desarrollo de las capacidades de cuidado que podemos proveer. Esta ponencia abordará desde un enfoque de curso de vida la necesidad de pensar la sustentabilidad de la vida y los diferentes procesos de cuidado que en cualquier momento pueden ser intensos, paliativos o ligeros, pero que existen y forman parte de nuestra existencia y conformación del ser. Frente al envejecimiento, los cuidados suelen centrarse en las etapas frágiles de la vida y sin duda deben pensarse así, pero nuestra sociedad tiene el mayor desafío de hacer visible nuestra interdependencia y construir una sociedad que cuida a cada uno de sus miembros en condiciones de dependencia, fragilidad y desamparo y estas situaciones no dependen de la edad, ni del género, ni de la clase social, sino de la inteligencia de sus miembros y el humanismo de sus políticas públicas.
Una sociedad que dignifica a la vejez, es una sociedad que asegura la dignidad de su futuro.

Conversaremos con tres seres humanos extraordinarios quienes a lo largo de su trayectoria personal y profesional han aportado y siguen aportando valiosos conocimientos y su experiencia en pro de construir una sociedad que visibilice, que reconozca e incluya a todas las personas mayores en el continuo desarrollo del país. Nos contarán cuáles han sido sus logros más entrañables y, de cara al cuidado, cuáles son los retos que consideran van a ser los más relevantes.

A través de tres historias contadas en primera persona, nos acercaremos a la realidad que implica cuidar de una persona, sea un familiar o un ser querido. Quitaremos el velo de lo que realmente implica dar tiempo, paciencia, amor y todo aquello que va implícito al momento de dedicarse a alguien más. Nos sorprenderemos al tocar un tema un tanto complejo como lo es el cuidado.

Importancia del cuidado en la construcción de seres humanos dignos.
Se tratará el tema de los cuidados al considerar a las sociedades como ámbitos de construcción de seres humanos en donde distintos actores sociales intervienen según las épocas históricas y los regímenes sociales, incluyendo a las familias, las organizaciones de la comunidad, el Estado y las empresas del mercado. Se examinará cómo la valoración de las actividades de cuidado cambian dependiendo de quien las proporciona y cómo la parte fundamental de las mismas se realizan sin reconocer su aportación al bienestar social. Se dará énfasis en considerar a los cuidados como una inversión social muy trascendente tanto para las personas como de la sociedad en su conjunto y como la calidad y el tiempo asignado al cuidado impacta el desempeño de las sociedades.

Se recapitula sobre las distintas miradas abordadas y se habla de los importantes retos y compromisos sobre el tema del cuidado con miras a 2021.